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Hablemos: ¿Qué es la perspectiva de género, cómo se integra y funciona?

El alarmante aumento de los feminicidios en Puerto Rico nos exige abordar con urgencia la implementación de una educación con perspectiva de género. Hasta el 6 de junio, se han reportado 42 feminicidios según el Observatorio de Equidad de Género, 16 más que el año pasado en la misma fecha. Estos números subrayan la necesidad de seguir hablando sobre este tema y enfocarnos en la educación con perspectiva de género desde la niñez y la adolescencia como un método de prevención de la violencia.

La perspectiva de género en la educación se refiere a la consideración y análisis de cómo las diferencias de género influyen en las experiencias educativas y los resultados académicos de estudiantes. Este enfoque busca identificar y desafiar los estereotipos y las desigualdades de género en el entorno educativo, promoviendo la equidad y la inclusión.

Aunque algunas personas se opongan, la realidad es que la educación con perspectiva de género puede tener un impacto significativo en la disminución de los feminicidios a largo plazo en Puerto Rico. Aquí presentamos varios mecanismos y estudios que evidencian cómo esta forma de educación puede contribuir a reducir la violencia de género y los feminicidios:

Deconstrucción de estereotipos de género: Diversas investigaciones han demostrado que la educación que desafía los estereotipos de género reduce las actitudes sexistas y violentas. Según un estudio de la UNESCO, la inclusión de la educación de género en los currículos escolares puede cambiar actitudes y comportamientos hacia la igualdad de género, disminuyendo la tolerancia hacia la violencia.

Prevención de la violencia de género: Los programas educativos que integran la perspectiva de género han mostrado ser efectivos en la prevención de la violencia. El programa “Safe Dates” en Estados Unidos, dirigido a adolescentes, evidenció una disminución significativa en la violencia entre parejas jóvenes.

Transformación de normas sociales: Un análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la educación es crucial para cambiar las normas sociales y culturales que justifican y perpetúan la violencia contra las mujeres.

Fomento de la igualdad económica y social: La educación que promueve la igualdad de género también facilita el acceso de las mujeres a la educación y al empleo, reduciendo su vulnerabilidad a la violencia de género. Un informe del Banco Mundial sugiere que mejorar la educación y las oportunidades económicas para las mujeres está directamente relacionado con una disminución en la violencia de género.

Empoderamiento y autoeficacia: La educación con perspectiva de género empodera a las niñas y mujeres, aumentando su autoconfianza y capacidad para resistir y denunciar la violencia. Estudios han demostrado que las mujeres educadas tienen más probabilidades de tomar medidas para protegerse y salir de situaciones de abuso.

Implementación y evaluación: La implementación de programas educativos con perspectiva de género debe estar acompañada de evaluaciones rigurosas para medir su efectividad. Una investigación en Canadá sobre el programa “Fourth R” mostró que los estudiantes que participaron en el programa experimentaron una reducción en la perpetración de la violencia de pareja y un aumento en el apoyo a la igualdad de género.

La implementación de la educación con perspectiva de género en Puerto Rico puede desempeñar un papel crucial en la reducción de los feminicidios a largo plazo. La evidencia científica respalda que una educación que desafía estereotipos de género, previene la violencia, transforma normas sociales, fortalece la justicia y los derechos humanos, y empodera a las mujeres, puede contribuir significativamente a reducir la violencia de género y los feminicidios. Es hora de actuar y apostar por una educación que promueva una sociedad más justa e igualitaria.

Referencias:

UNESCO. (2016). Global guidance on addressing school-related gender-based violence.

Foshee, V. A., Linder, F., MacDougall, J. E., & Bangdiwala, S. (1996). The Safe Dates project: Theoretical basis, evaluation design, and selected baseline findings. American Journal of Preventive Medicine.

World Health Organization. (2013). Global and regional estimates of violence against women: Prevalence and health effects of intimate partner violence and non-partner sexual violence.

Bott, S., Guedes, A., Goodwin, M., & Mendoza, J. A. (2013). Violence against women in Latin America and the Caribbean.

World Bank. (2012). World development report 2012: Gender equality and development.

Kabeer, N. (2005). Gender equality and women’s empowerment: A critical analysis of the third millennium development goal. Gender & Development, 13(1), 13-24.

Wolfe, D. A., Crooks, C. V., Chiodo, D., Hughes, R., & Ellis, W. (2009). A school-based program to prevent adolescent dating violence: A cluster randomized trial. Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, 163(8), 692-699.